RUTA DE LAS ENCINAS

ENTORNO


Situación: Término Municipal de Quintanar de la Orden (Toledo).
Esta población de la mancha toledana se sitúa a 695 m. (s.n.m.) en la zona sureste de su provincia (Figura 1), siendo importante nudo de comunicaciones desde que por aquí pasase el antiguo Camino Real Madrid-Cartagena (actual CN-301) de Carlos III, como lo atestiguan los dos leguarios, que marcaban la distancia en leguas desde un punto a Madrid y que hoy se pueden contemplar en la glorieta de la Cultura.
Por su término municipal discurren dos veredas, la de Quintanar y la de Miguel Esteban (Figura 2). La vereda de Quintanar tiene una anchura legal de 20,89 m. y unos 8,5 km. de longitud, atravesando la población de Oeste a Este donde surca tierras cercanas a los términos de la Puebla de Almoradiel y Villacañas, por donde discurría la línea férrea, hoy desaparecida, Villacañas-Quintanar. En dirección a Los Hinojosos (Cuenca) y Villanueva de Alcardete pasa por el paraje de “Entremontes”, terrenos de monte bajo.
La vereda de Miguel Esteban tiene 4 km. de longitud y 20,89 m. de achura legal, discurriendo por el término municipal de Norte a Sur, entrando por el camino de la Puebla de Almoradiel al Toboso, uniéndose a otros caminos como el de Quintanar a Miguel Esteban o la senda de Herencia, durante todo el trayecto la acompañan terrenos de labor (principalmente cereal y viñedo).
Promotor: Ayuntamiento de Quintanar de la Orden (Toledo).

LA RUTA


El objetivo de realización de este recorrido consiste en poner el valor el rico patrimonio ambiental, histórico y etnográfico que posee el municipio de Quintanar de la Orden, para ello quiere implementar este itinerario para recorrer a pie que sirva para ofrecer a los visitantes y a la población en general, de forma integral y por destinos turísticos, el acercamiento al medio natural como opción lúdica y de recreo basada en el disfrute respetuoso de la naturaleza. Así mismo, la puesta en funcionamiento d esta ruta, permitirá la recuperación, restauración y revalorización de elementos del patrimonio natural y etnográfico. Igualmente se pondrá a disposición de los usuarios en la población de destino, una serie de servicios turísticos básicos y complementarios a la actividad realizada.




Se trata de una ruta que discurre por campo abierto, dentro del término municipal de Quintanar de la Orden (Foto 1); concretamente en la zona este, en uno de los cuadrantes pertenecientes a la Vereda de Quintanar. Su entorno está marcado por distintos usos agropecuarios que ya reflejó Cervantes en su obra Don Quijote de la Mancha; en la primera parte, capítulo 4, nos habla de “un ganadero vecino del Quintanar llamado Juan Haldudo -el rico-“que azotaba a su zagal llamado Andresillo por haber extraviado alguna oveja. En la segunda parte de la misma obra, capítulo 73, se refiere a Barcino y Butrón como dos famosos perros del Quintanar que el barbero compró a un ganadero.

Su nombre obedece a la vegetación que predomina en el entorno por donde esta discurre, el monte bajo mediterráneo, que tiene una vegetación característica donde predomina la encina o carrasca, como vulgarmente es conocida cuando su especie crece en forma de matorral. Es el Quercus ilex, árbol característico de este paisaje (Fotos 2, 3 y 4), destacando en nuestra visita la presencia de un ejemplar centenario “la encina de doña Elena”, a la que se asocian otras especies características como pinos, tomillo, romero, gamonitas, aliagas, etc., que componen la flora del lugar. A esta la acompaña una fauna característica representada por: conejos, liebres, codornices y perdices, que hacen de la caza una actividad importante en el pasado y que hoy sigue practicándose; pero también podemos encontrar abubillas, erizos, topos, culebras, lagartos, búhos, lechuzas, águilas, zorros, jabalíes y corzos –si bien esta últimas en zonas de vegetación más densa y al interior de nuestra ruta.
Los usos agrarios están caracterizados por el predominio del viñedo, que podemos observar tanto en su cultivo tradicional en vaso, como en las nuevas técnicas entre las que destaca la espaldera. También hay espacio para el sembrado y plantación de olivos y del cereal; estos tres cultivos representan la famosa trilogía mediterránea, base de nuestra dieta.
En cuanto a los recursos hídricos que presenta la zona, no hay cursos de agua ni humedales, pero estos se hacen presentes a través de la existencia de pozos que riegan las tierras de labor, entre los que destacaríamos el “Pozo de la Canela”. Además hallamos “varios”, pequeñas depresiones naturales o artificiales realizadas en el terreno, que recogen el agua de lluvia para que el ganado y animales de labor puedan beber. Buen ejemplo es el “navajo de la Rizosa” que aún podemos ver en el camino del mismo nombre.
Otro de los interesantes recursos que presenta la ruta es la presencia de cuevas naturales practicadas en el terreno (Foto 4), aprovechando el afloramiento de piedra, que aparecen rodeadas de piedra, oculta entre la vegetación y con acceso reducido a través de unos escalones tallados en la propia roca. En su interior podemos observar la huella del hombre, ya que parecen haber tenido uso por los pastores y labradores de la zona que la utilizaron como cobijo, a tenor de la presencia de algunos elementos de uso cotidiano como piletas, tinajones y hogares situados en su interior. Pero como todo espacio de este tipo, no faltan las leyendas que asocian su ocupación a refugios utilizados por guerrilleros (maquis) en los años 40 del pasado siglo, después de la guerra civil.

DESCRIPCIÓN DEL RECORRIDO

El punto de encuentro de la ruta se establecerá en la estación de autobuses de la localidad de Quintanar de la Orden (Avda. Jardines de la Estación, 1), para desde allí partir en los vehículos hasta la zona Este del pueblo, donde se encuentra a 1,5 km. De distancia el lugar de inicio del trayecto senderista: “el camino de la Rizosa”.
Así, antes de llegar al sitio de partida de la ruta, se puede hacer un alto en el camino, a los 2,9 km. para contemplar y explicar los usos de los antiguos “navajos”, “charcas” o “abrevaderos” al aire libre que utilizaba desde antiguo tanto el ganado, como los animales de labor y la fauna del lugar.



La ruta proyectada tiene una longitud de 9 kilómetros y un tiempo estimado de recorrido de 3 horas en un recorrido de tipo circular, que partiendo de una altura de 727 m. alcanza otra máxima de 785 m. Se inicia en la denominada “Casa Jiménez”, a 3,5 km. del pueblo, en cuyo entorno hay espacio suficiente para el aparcamiento de los vehículos (Coordenadas UTM: Lat. 39º36´41¨N - Long. 2º59´19¨O). A unos cien metros a la derecha de donde se dejan los coches, se llega al denominado “Balcón de las encinas”, desde allí se pude observar una panorámica espectacular del pueblo a la vez que contemplar la “cañada del reventón” donde se mezcla la vegetación de monte bajo y los viñedos.

Comenzamos la marcha por el camino de la Rizosa donde es apreciable la vegetación de monte bajo (encinas, tomillo, romero, gamonitas, etc.), que convive con otra de repoblación como es el pino. A la vez se pueden contemplar algunas especies características de la fauna de este tipo de hábitats (conejos, perdices, abubillas, etc.); a poco más de 1 kilómetro, hay una senda a la derecha que tras 200 m. de recorrido conduce al primera parada, se trata de “la cascada” (Foto 2) o concentración rocosa de origen terciario modelados por la arroyada, por la que en su día pudo discurrir el agua. Volvemos al camino de la rizosa y proseguimos la marcha, sin pasar por alto la concentración de viñedo en espaldera o emparrado como signo de modernidad de la labor agrícola, frente a la existencia aún de viña en vaso o tradicional. También aparecen zonas de olivos e incluso plantaciones de cereal, que forman la conocida “trilogía mediterránea”.
(Foto 2) La Cascada 
Avanzamos 2 km. siguiendo el camino y sin desviarnos en ningún cruce, hay un pequeño descenso, a la izquierda se divisa una finca de propiedad privada que tiene una edificio encalado con tejado rojo, es la llamada “casa Montes”, a su derecha, entre el viñedo emparrado se accede a la segunda parada de nuestro recorrido: “la encina de Doña Elena” (Figura 4) (Foto 3); se trata de un ejemplar centenario del árbol representativo de este característico hábitat. Volvemos a retomar el camino de la Rizosa y seguimos el mismo unos 600 m. hasta llegar a un cruce con una torreta de luz, giramos a la derecha tomando el camino de Villanueva de Alcardete a Mota del Cuervo.
 (Foto 3) Encina de Doña Elena
En línea recta recorremos 1 km., dejando a la izquierda una casa y a la derecha un poste de piedra cuadrado que delimita el camino de una finca privada; a partir de este último punto hay un ligero descenso del camino que termina con una curva a la derecha donde se ve un pedregal, ahí se encuentra la “cueva del Panzo” (Foto 4). Se trata de un buen ejemplo de los abrigos o refugios naturales que se encuentran en estos parajes, utilizados por el hombre, sobre todo pastores, pues en ella se puede ver la huella del hombre en el humo que impregna sus paredes, además de contar con distintos elementos fabricados o colocado para uso humano (pileta, escalones, poyal, etc.).
( Foto 4) Cueva del Panzo 
El regreso al punto de partida lo haremos por el mismo camino que conduce a la cueva y tras 100 m. recorridos, giramos a la derecha para coger el “camino del chozo Gaspar” que pasados 800 m. abandonamos por la derecha para tomar la “cañada del Reventón”, donde tras un trazado inicial de 1,5 km. serpenteando entre viñedos y olivos hay otro recorrido en ascenso de 1,5 km. que nos lleva al mirador de las encinas no sin antes observar un aprisco o construcción pastoril para guardar el ganado.